NO TE GUSTA FUMAR

Nada es tan difícil como no engañarse.

Ludwig Wittgenstein

Le hemos preguntado a más de mil fumadores si les gusta fumar y las respuestas han sido muy variadas, desde “Lo odio” hasta “me encanta fumar”, pasando por todos los escalones intermedios.

Yo sostengo que a nadie le gusta fumar, entonces ¿Qué pasa con esas personas que dicen que sí les gusta?, ¿Mienten? no lo creo. Yo me fio al cien por cien de las respuestas que recibo. Si alguien me dice que le gusta, le creo, y si me dice que lo detesta pero no puede dejarlo, también le creo. Pero atención, que ellos sean sinceros y que yo les crea, no quiere decir que estén diciendo la verdad. Creo que sienten lo que dicen, pero se puede ser muy sincero y estar equivocado. Sobre esta equivocación trata este capítulo.

Ayer pregunté a los asistentes de una de mis sesiones de hipnosis, si todos los cigarrillos que se fuman a lo largo del día son igual de buenos, y todos estuvieron de acuerdo en que no son todos iguales: hay cigarrillos buenos, normales y malos. Cuando seguidamente pregunté porque algunos cigarrillos son buenos y otros malos, un fumador me dijo que los buenos eran aquellos que fumabas con más atención, a los que les dedicabas más tiempo. No podía estar más equivocado.

Primero veamos cuales son los cigarrillos buenos. En mi sesión de ayer estuvieron todos de acuerdo en cuales eran los mejores cigarrillos del día. Tú, que lees esto, probablemente también coincidirás:

  • El primero por la mañana (que normalmente acompaña a un café).

  • Los que se fuman después de comer o cenar.

  • Los que se fuman al finalizar una tarea (trabajo, estudio, deporte, sexo…).

  • Los que se fuman en momentos de ocio, salidas, cenas, etc.

El resto de cigarrillos no son necesariamente malos, sino más bien indiferentes, se fuman muchas veces sólo por inercia, por estar esperando algo, o mientras se realizan otras actividades. Se puede llegar a fumar sin darse cuenta. El ejemplo más claro es alguien que está trabajando en su ordenador durante un par de horas y fuma algún cigarrillo sin darle mucha importancia. Al cabo de un buen rato se levanta y ve con sorpresa que en el cenicero, dónde supuestamente debería haber dos o tres colillas, hay siete u ocho. Eso, que le ha pasado a TODOS los fumadores del mundo, es fumar sin atención y pasa a distintos niveles todos los días. Los cigarrillos que ni siquiera te das cuenta que te fumas no son buenos, son indiferentes. Pero también hay cigarrillos malos, para la mayoría de los fumadores los peores cigarrillos son los siguientes:

  • El primero de la mañana en ayunas, aunque para muchos fumadores es el mejor del día, la mayoría afirma que si fuman sin haber comido o bebido algo, les sienta fatal.

  • Los que se fuman después de otros cigarrillos y llegan a saturar el paladar y los pulmones. A veces inmediatamente después de haber fumado un cigarrillo se enciende otro y cuando se va por la mitad, el sabor y el olor empiezan a resultar muy molestos. Son los cigarrillos de saturación.

  • Los cigarrillos que se piensan mucho. La mayoría de las personas que fuman quieren dejar de fumar, o tienen en su entorno a alguien que quiere que dejen de fumar. Cuando se fuma dándole vueltas al deseo de dejar de fumar, o a la responsabilidad de “tener que dejar de fumar”, en ese momento fumar no puede ser una experiencia buena. Se fuma, pero con culpa.

  • Los que se fuman por miedo a no poder fumar luego. Cuando se va a coger un avión o a entrar en el trabajo es muy común fumar uno o dos cigarrillos, a veces incluso apresuradamente, para compensar por adelantado el tiempo que se va a pasar sin fumar. Esos cigarrillos no se disfrutan sino que se fuman casi como se toma una medicina, es decir, para evitar un mal, pero no por placer.

  • Tampoco son buenos los cigarrillos de las esperas, aunque se fumen para hacer más leve el aburrimiento, no son cigarrillos que proporcionen placer, sino más bien al contrario. Si fumas para entretenerte estarás ocupando tu tiempo en algo que no es lo que de verdad quieres.

Parece lógico querer saber porque hay cigarrillos buenos y malos, porque se disfruta más de un cigarro después de comer que mientras se espera el autobús, cuando vienen de la misma cajetilla y son idénticos.

La respuesta está en la pregunta, lo que diferencia a esos cigarros son las circunstancias en las que se fuman. Si el fumador de ayer tuviera razón, debería ser más placentero el cigarrillo que se fuma mientras se espera algo, ya que se dispone de más tiempo para “disfrutarlo”. La verdad es que lo que se siente al fumar no depende del tabaco, sino de lo que lo rodea, y de cómo se siente la persona antes de fumar. Esperar un autobús es muy molesto si lo comparamos a disfrutar de la sobremesa con la barriga llena, por eso es mejor el cigarrillo después de comer. Vamos con un ejemplo sobre las salas para fumadores que lo dejará todo mucho más claro.

LAS SALAS DE LOS AEROPUERTOS PARA FUMADORES

A día de hoy han sido retiradas, pero estuvieron en funcionamiento hasta el 1 de enero de 2012. Los fumadores responden cosas muy variadas sobre si les gusta fumar, pero si la pregunta se limita a las salas de los aeropuertos, todos coinciden: “allí no se disfruta del tabaco”. Muchas personas aseguran no haberse podido fumar ni un cigarrillo allí por las sensaciones tan desagradables que experimentaban. Venía bien que estuvieran porque servían para quitarse el mono, pero la experiencia de estar dentro de esas salas no era agradable.

Puede que tengas la tentación de creer que lo que impide disfrutar de los cigarrillos, en la sala del aeropuerto, sea el mal olor, la concentración de humo, la suciedad, o el hecho de que te miren por estar fumando tras unos cristales como en un expositor. Todas esas circunstancias se dan en muchos de los cigarrillos que antes hemos considerado buenos. La gente te ve cuando fumas en una terracita tomando algo y no constituye una molestia. El olor a tabaco y el humo se encuentran en tu propio coche o en las cafeterías (cuando había salas para fumadores también se podía fumar en las cafeterías) y allí no molesta fumar.

En esas salas a las que vas especialmente a fumar no puedes disfrutar porque el tabaco no es el que te da placer, así de sencillo. Como allí no tienes otra cosa que hacer, toda tu atención está volcada en el tabaco, y curiosamente cuanta más atención le prestas más culpa sientes, más prisa tienes por acabar y menos disfrutas. Si llegan a poner una máquina de café, o una televisión, sería un lugar fabuloso para fumar, o mejor dicho, un lugar donde hacer algo para no pensar que necesitas fumar. Quizás así podrías disfrutar mientras fumas (si te gusta el café, o dependiendo de lo que estuvieran emitiendo en la tele, ¡claro!) porque el placer nunca viene de los cigarrillos.

Lo único que hay en las salas del aeropuerto que impide disfrutar del tabaco es la propia sala. Lo que hace que el acto de fumar sea desagradable, precisamente allí, es que mientras lo estás haciendo piensas que estás allí por obligación, porque no te queda más remedio. Como te obligan a fumar en un espacio concreto te planteas tu libertad y te das cuenta de que la decisión de fumar tampoco es tuya. El lugar no te gusta pero fumas, si pudieras elegir fumar en otro sitio lo harías, pero como no fumas por placer sino por necesidad fumas igual. Ahí es donde te das cuenta de la adicción que tienes.

¡Atención! no digo que nadie disfrute mientras fuma, lo que digo es que el placer que se experimenta al fumar no viene de los cigarrillos, sino de otras cosas que se viven mientras se está fumando. Por eso disfrutas en realidad de haber comido bien, de haber hecho el amor o de cualquier cosa, menos del propio acto de fumar. Si los cigarrillos proporcionaran alguna clase de placer, lo harían todas las veces que se fuma y esto no sucede así. Siempre que disfrutas mientras fumas, en realidad el placer viene de otro lado y no del cigarrillo.

LA NICOTINA ES EXCITANTE, ENTONCES, ¿POR QUÉ SE TIENEN TANTAS GANAS DE FUMAR EN SITUACIONES DE NERVIOS?

La razón de que el fumador crea que se relaja por fumar, es haber fumado muchas veces en momentos de relajación y placer: cuando se sale de fiesta, cuando se acaba el trabajo, o incluso después de comer o hacer el amor. El cerebro asocia las sensaciones experimentadas en esos momentos positivos al acto de fumar.

Recordamos más y mejor las experiencias positivas, por eso el cigarrillo se asocia a los buenos momentos en los que se fuma, aunque estos sean una minoría. De esta manera nos parece que fumar nos gusta, y así es como apetece hacerlo en situaciones de nervios. La relajación que se siente al fumar no proviene del cigarrillo sino de uno mismo, o de las circunstancias en las que se fuma.

¡DE LO QUE TE INTERESA, SÍ QUE TE ACUERDAS!

Esta frase que dicen las madres de todo el mundo, representa el mecanismo que usa nuestro cerebro para elegir qué recordar. Lo más interesante se recuerda, lo otro no. Aunque la mayoría de los cigarrillos se fuman en momentos vacíos, o incluso malos, esas experiencias no se graban con intensidad en nuestro cerebro, puesto que las emociones vividas no son tan importantes.

Este fenómeno no tiene que ver con el deseo de recordar o de olvidar algo, sino que se trata de un mecanismo inconsciente, que quita protagonismo a los malos recuerdos, para permitirnos actuar sin temor.

Lo único que hace de verdad el cigarrillo en una situación de nervios es desviar la atención momentáneamente. Cuando tu cerebro ya le ha dado al tabaco el valor de relajarte, al fumar tu atención se dirigirá a las sensaciones que vayan a confirmar tus expectativas, pase lo que pase, sentirás que te relajas.

Siempre que se tienen grandes expectativas, el cerebro busca todo lo que las pueda confirmar. Fumar no relaja, no entretiene y desde luego no resuelve ninguna situación que te pueda incomodar. Al contrario, el consumo de tabaco convierte a las personas en más inestables y nerviosas. Cuando dejas de fumar empiezas a vivir más tranquilamente y superar las situaciones de nervios se vuelve más fácil.

Lee el siguiente texto en voz alta, y repítelo algunas veces, grabarás en tu memoria la idea esencial de este capítulo.